domingo, 11 de mayo de 2014

Don Álvaro, el alma atormentada


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Don Álvaro es un héroe romántico del drama Don Álvaro o la fuerza del sino de Duque de Rivas estrenada en 1835. El monólogo de Don Álvaro al principio de la tercera escena de tercera jornada es lleno de sufrimiento y expresa el dolor de su existencia.  Desprecia su vida que le parece una carga insufrible” y compara el mundo con la cárcel. Se ve como una víctima de fatalidad dado que nació “en signo terrible”. A lo largo de su vida llena de desventuras pasó solo un día feliz, fue cuando conoció a Doña Leonor. Sin embargo, por este momento de felicidad tiene que pagar el resto de su vida. Muestra el destino como una fuerza fatídica, cruel sin piedad que juega con su vida, que aunque corta, con tantas desdichas parece una eternidad. El protagonista menciona a Sevilla, la ciudad donde se arruinó su vida, donde cambio el rumbo su destino dirigiéndolo hacia destrucción. Don Álvaro pide ayuda a Doña Leonor igual como si la hubiera pedido a la Virgen María, atribuyéndole santidad. Parece que no queda nada en este mundo lo que le importe y único que desea es morir. Como su única liberación ve la muerte que es un camino difícil ya que tiene que conseguirla luchando.


Los juegos del destino continuarán…


El hecho de que ambos personajes, Don Álvaro y Don Carlos, dos enemigos, ocultan su verdadera  identidad conduce a que llegan a ser amigos íntimos. Nace una nueva esperanza de que todo todavía puede salir bien. No obstante, es otro juego cruel del destino. Crecen el suspense y el presentimiento de la cercanía de la tragedia. Al público no le espera un final feliz Don Álvaro dice: “o él o yo solo en el mundo. Pero imposible en él ambos”.


¿Cómo descubrió Don Carlos (ocultándose tras el nombre de Don Félix)  la verdad sobre Don Fadrique de Herreros (Don Álvaro)? Primero, el momento en el que Calatrava mencionada por el hermano de Leonor provocó un gran temor en Don Álvaro y despertó primeras sospechas en Don Carlos. Pero lo que finalmente desveló el secreto fue la “caja misteriosa, del destino urna fatal”, “caja fatal de Pandora” y nunca mejor dicho. Una caja con retrato de Leonor, confiada en secreto a un amigo. Todo envuelto en misterio, en promesas y en cuestiones de honor.

¿Fue una coincidencia? Ya sabemos que no. En esta obra de Duque de Rivas hay un protagonista oculto y quizás el más importante, el destino, en cuyas manos los otros parecen títeres manejados según su antojo. 

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