Los niños perdidos
de Laila Ripoll es una obra teatral que muestra: “la denuncia de la violencia
ejercida contra las víctimas más débiles de estos conflictos [la Guerra Civil y la dictadura], los niños y las niñas”*. No hay división en actos, ni escenas. El espacio escénico se limita
a un desván, pero a lo largo de la obra tras los juegos o recuerdos de los
niños se desvelan sus historias tremendas. Tuso, Lázaro, Cucachica, Marqués,
cuatro niños cada uno con otra historia pero unidos con el triste final en el
orfanato.
Son las víctimas de una violencia física, han
sufrido castigos corporales que acabaron con la vida de tres de ellos (Lázaro y
Marqués pegados con palos, Cucachica tirado por la ventana), hambre, falta de
tolerancia (Tuso “el tonto”) y unas condiciones de
vida difíciles de imaginar hoy en día para muchos de nosotros.
Cuca: Yo no quiero que
me vuelva a tirar por la ventana
Marqués: Toma, ni yo
que me dé de palos hasta echar sangre por la boca…
Tuso: Pero como soy
tonto y era pequeño, pues me agarraron por los pies y me tiraron al río y como
no sé nadar… pues casi no lo cuento.
No
obstante, no es solamente una violencia física sino también una agresión
psicológica: los niños sufren humillación, se les desprecia e intenta que
olviden su identidad y sus raíces, se les cambia de nombres, se les amenaza y
se denigra a sus padres.
“[…] sois basuritas, que no os merecéis
nada. Si estáis aquí, arrancados de la miseria material y moral, es por pura
caridad.”
¿Pero será suficiente toda esa violencia para borrar
imágenes de seres queridos en cabezas de estos niños?
Cuca: […] la voz de mi
mamá me sonaba más fuerte en la cabeza: << ¡Mi niño, mi niño ! ¿Dónde se
llevan a mi niño?>>
[…] me encerraron en
este desván, solito y a oscuras, para ver si se me pasaba. Pero no. Me acuerdo
de mi mamá y me hago pis[…]
Y la cárcel era muy fea y muy asquerosa, pero estaba mi mamá.
El mundo infantil se caracteriza por su fuerte poder
imaginativo. Los juegos de los niños, sus bromas, el humor grotesco, la manera
de que el público poco a poco descubre las historias de estos niños y el
desenlace chocante, hace que la crueldad de aquellos acontecimientos toca muy
profundo y genera una serie de preguntas. ¿Cuántos? ¿Por qué? ¿Y otras historias? ¿A quién preguntar? No
encuentro las respuestas. No obstante, la pregunta clave, la que me parece más
importante hoy en día es: ¿cómo
hemos llegado a esto?
Pero la respuesta es obvia:
“Son los hombres que han deparado este
destino a los hombres”(Zofia Nałkowska Medaliony, traducción
propia)
Los niños perdidos no pueden ser
encontrados, pero lo que importa es que no sean olvidados. Tienen que
permanecer en nuestra memoria para que no permitamos que eso vuelva a pasar.
“Total, ya erais niños perdidos. Al fin
y al cabo, los niños de aquí no existen. Son como fantasmas y nadie va a
reclamar por ellos.”
*
Vilches de Frutos, Francisca (2010). Introducción en: Los niños perdidos de Laila Ripoll.
Oviedo: KRK ediciones, pp. 15.
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