miércoles, 25 de junio de 2014

Las cuestiones de violencia en “La paz perpetua” de Juan Mayorga

La paz perpetua, obra dramática de Juan Mayorga nos presenta una historia de competición de tres perros humanizados: Odín-“rottweiler impuro”, el cínico, Enmanuel-pastor alemán con “corazón sabio” y John-John cruce de varias rasas, intento laboratorio de crear un perro perfecto, que quieren ganar el puesto en K7, una organización antiterrorista. Estoy de acuerda con palabras de Manuel Barrera Benítez que la obra de Mayorga “provoca el examen de conciencia”.

Escena de La paz perpetua en Teatro de La Abadia, Madrid, dirigida por José Luis Gómez. Fuente

La obra de Mayorga tiene muchas referencias al texto homogéneo de Inmanuel Kant que propone un camino para conseguir, como dice el título, la paz perpetua. Kant escribe: “[…]Esta facilidad para hacer la guerra, unida a la inclinación que hacia ella sienten los que tienen la fuerza, inclinación que parece ingénita a la naturaleza humana, es, pues, el más poderoso obstáculo para la paz perpetua.” Esas palabras aunque escritas en el siglo XVIII siguen actuales, basta con ver las noticias, repletas de acontecimientos violentos como guerras, terrorismo o crímenes particulares que amenazan el sistema democrático.

Los protagonistas son representados por tres perros cuyas vidas eran marcadas por la violencia. Está John-John-efecto de experimentos humanos, alumno de una escuela donde se usaba métodos controvertidos para preparar a los perros a su futuro oficio (pasaban hambre y frío, torturas). Luego Odín, que sufrió muchas veces el cambio de amo (cada uno le ponía otro nombre), conoció la dura vida de perro callejero, y experimentó “la estancia” en la perrera. Y por fin tenemos a Enmanuel cuyo amo lo obligaba a participar en luchas de perros y que sufrió trágica muerte de su querida ama Isabel en explosión de una bomba. Aunque los personajes puedan parecer ejemplos extremos creo que cada persona, antes o después, es una víctima o testigo de la violencia.

Una de las cuestiones que me ha parecido más importante es la pregunta ¿debemos elegir “el mal menor”, es decir, permitir a torturar una persona que invade la Ley, infringiendo nosotros mismos esa ley? y ¿Es esta la manera de defender la propia Ley? En las palabras del Humano y luego repetido por Enmanuel: “Usted lo ha dicho: ¿en qué nos distinguiremos de él, si despreciamos la ley? Si ese hombre no tiene derechos, también los suyos están en peligro. Los de todos los hombres, la democracia.” (Mayorga 2009: 88-89)
Son las preguntas a las que cada lector no tanto que debe responder pero sobre cuales debe reflexionar. Este tema de violación de ley parece un círculo vicioso, pero es un tema vigente ante cual no podemos quedarnos pasivos.

No he podido evitar una comparación del drama con la película Celda 2011dirigida por Daniel Monzón que también es una crítica de las medidas y herramientas que se puede llegar a utilizar en cuanto a las personas que se comportan fuera de la ley. Plasma una temática difícil donde quizás no hay una solución perfecta pero siempre existe una mejor.

La paz perpetua pretende conservar la memoria de las víctimas de los acontecimientos trágicos, obras del terrorismo. Busca un dialogo con el lector, su opinión y reflexión. El público no se puede quedar sin ningún tipo de interacción ante el espectáculo.
Quedarnos pasivos ante la violencia o combatir violencia con violencia no son las únicas soluciones, pero para encontrar una salida primero hay que ser consciente de la existencia del problema, luego no parar de buscar el camino de la paz perpetua, aunque sea una noción utópica.

Textos consultados:
Mayorga, Juan (2009). La paz perpetua. Oviedo: KRK.
Artículo de Manuel Barrera Benítez “Estructura y sentido de La paz perpetua de Juan Mayorga”
“La paz perpetua” de Inmanuel Kant

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